Aprendiendo a aprender

Hace más de dos mil años un filósofo ateniense había pronunciado a sus pupilos una lección de vida en la frase “yo sólo sé que no sé nada”. Con esto quería hacerles entender que, para saber, se debe partir de la ignorancia consciente e ir descubriendo de a poco la verdad sobre algo. A los que creían saber de todo les hacía dar cuenta de que en realidad no sabían, y que para aprender debían aceptar de forma conciente de que en verdad no sabían y a partir de alli ser capaces de descubrir la verdad investigando.

Es como nos dice la psicología infantil. Los niños tienen la mente abierta a aprender de lo que observan o les enseñamos. Un “Tabulas rassa” o pizarra en blanco, dispuestos a cargar información de lo que escuchan y observan. Con Milena a sus siete meses me doy cuenta de que siempre está atenta a todo, los sonidos, los movimientos de las manos, de la boca, los objetos, quien habla, etc, para después repetirlo.

El aprendizaje es una forma de salir de lo rutinario, de lo común para ir adquiriendo conocimientos que no poseemos de alguna situación, ciencia o arte. Algunos lo hacen para que en el futuro se pueda poner en práctica profesionalmente y poder encontrar asi el sustento diario. Otros por el simple hecho de culturizarse y adquirir nuevas experiencias doctrinales. Ambas situaciones son positivas para la vida.

La experiencia es una buena maestra de los conocimientos. Pero el saber, complementado con el transcurso del tiempo, puede llegar a la perfección. No siempre es de ayuda la experiencia sola ya que mi experiencia de vida nunca podrá ser igual a la de los demás por el simple hecho de que las situaciones y circunstancias son diferentes. El conocimiento y la experiencia van a de la mano. Uno complementa al otro.

Será tal vez el orgullo sea uno de los obstáculos que no nos permita aceptar que muchas cosas no sabemos y nos reusamos a aprender para llegar a la verdad sobre algo. O quizás las personas se dejan engatusar por los sofistas, aquellas personas encargadas de hablar con elocuencia pero que en vez de llegar a la verdad simplemente se dedican a decir palabras o frases bien estructuradas y bonitas para el oído, sin importar el fondo del asunto, un ejemplo de esto son los políticos parlamentarios, que muchas veces queremos saber cómo llegaron ahi. Llegaron utilizando un sofisma en forma de discurso.

Tener la mente abierta a nuevos conocimientos no significa que aceptemos todo lo que el mundo imponga como moda. Para ello el discernimiento es importante. Saber diferenciar el conocimiento bueno del malo, el útil o el que me puede perjudicar como persona. No es lo mismo, por ejemplo, querer aprender de dónde viene la energía nuclear y para qué sirve, que leer un libro de esoterismo. Leer que se conmemora hoy en el país o en el mundo, que leer el horóscopo chino. También es bueno saber diferenciar las noticias diarias, para ello debemos saber qué programa miramos, qué diario leemos, a quién le escuchamos en la radio.

Para aprender algo no importa la edad ni el sexo, solo depende de uno mismo para superar esa barrera que nos bloquea a investigar y saber.

Personalmente hoy termino la etapa universitaria para adentrarme a la vida profesional poniendo mis conocimientos a la práctica. Pero aquí no termino, aquí empiezo un nuevo camino por recorrer, con sed de ir aprendiendo mucho más cada día.

Tratar de superarnos a nosotros mismos, trazarnos metas en la vida y alcanzarlas, aprender nuevas cosas, inculcar más lectura y menos chat, informarnos de las cosas que no sabemos, y que nuestro objetivo no siempre signifique tener más y más cosas materiales, sino más bien sea un estilo de vida que con cada cosa que aprendemos nos saque de la mediocridad para salir adelante en lo personal, como sociedad y como país.