Teniendo en cuenta estos números llegamos a la conclusión de que en ese año había un total de un poco más de 6 millones de habitantes, de los cuales 3.808.837 (62,1%) no vivían en la pobreza.
Aunque uno piense que estos números no coincidan con la realidad, para llegar a estas conclusiones, se tomaron como líneas de partida datos complejos utilizados en todo el mundo actualmente.
Entre ellos podemos mencionar, por ejemplo, los requerimientos nutricionales básicos para una persona según normas de la FAO y OMS. También se tuvieron en cuenta la capacidad de adquisición de los componentes de la canasta familiar básica (pan, leche, arroz, fideo, carnes, etc) como asi los costos de éstos según el índice inflacionario, entre otros datos.
Por ejemplo, si usted puede pagar el alquiler de su casa o impuesto de su vivienda, la luz, el agua, si puede comprar pan para todos los días, leche, carne, arroz, fideo, se toma una gaseosa, se compra de vez en cuando una cerveza, etc, si con su salario puede con estos gastos todos los meses sin endeudarse, usted no pertenece a la línea de los pobres.
No se preocupe, yo también soy víctima del efecto psicológico de querer emular el estilo de vida confortable de los países desarrollados que ha creado un trastorno en la masa que no comprendemos que ese estilo de vida está marcado por la economía del país, donde el índice de estándar es más alto que el de un país en “vías de desarrollo”. Y a su excelente economía hay que sumarle la gestión de los gobiernos para atender las necesidades básicas de la población, como la salud, educación y el transporte por ejemplo. He ahi uno de nuestros principales problemas.
Si por lo menos nos pudieran ofrecer servicios básicos como la buena atención en la salud, trabajo, viviendas, transporte cómodo sin que la gente tenga que viajar como sardinas en chatarras, el estigma de pobreza sería más llevadero en el día a día.
Sin embargo la gran pregunta surge cuando se ven las estadísticas de años anteriores, con un total de pobres de 36.1% en 1998 (este fue el porcentaje más bajo de esos 10 años), llegando a su punto más crítico en el 2002 con 49.7% y volviendo al 37.9% en el 2008.
¿Qué sucede? Esto ya no es un problema psicológico de la población. Es más bien la falta de vocación de los gobiernos para paliar el problema y que repitieron el mismo esquema, sin ideas, uno tras otro.
Falta de gobernantes serios, estadistas y sobre todo honestos, sin el fanatismo y la presión del entorno partidario que convirtió al Paraguay democrático en un Estado de prebendas para los amigos, compadres y familiares (aunque según el finado Helio Vera, esto lo traemos desde la época criolla pero que ahora goza de su mejor salud).
Tenemos un país de un poco más de 6 millones de habitantes donde el porcentaje de la pobreza se mantiene ¡¡qué sería si fuésemos más!!
Pero sería tal vez la educación uno de los mayores problemas que arrastramos. Esa deficiente formación que nutrieron los gobiernos precedentes a lo que hoy es la población en general, ignorante y deshonesta. Educación, esa inversión a largo plazo que el país hoy está pagando y que los partidos políticos saben utilizar muy bien, mientras más ignorantes, más pobres, menos ideas e ideales, entonces, más votos a cambio de dos monedas.
¿Era posible ver un cambio rápido en 5 años? Todo creímos esa utopía, necesitábamos creerla. Pero los verdaderos cambios llevan décadas de un plan de trabajo.
El encabezado hace simplemente de continuación simbólica a una columna con el mismo título publicada en el extinto Diario Noticias hace ya muchos años, donde hablaba de la eterna pobreza en el Paraguay. Ojala despertemos y dejemos de ser pobres por siempre.
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